domingo, 19 de julio de 2009

Voyeurismo en la azotea



Y cuando desperté la lente estaba ahí…



Descansar en la azotea ya no es un asunto muy privado que digamos.
La proliferación de edificios condominales, principalmente en las delegaciones Benito Juárez y Miguel Hidalgo, ha terminado con la privacidad de los balcones, e, incluso, con la intimidad de su recámara.

Me robaron mi paisaje
En las ventanas en donde antes se podían observar, cuando los índices de contaminación lo permitían, los volcanes Iztaccihual y Popocatépetl, o la sierra de las Cruces, ahora los vecinos se encuentran con… ¡Otra ventana!

Adiós a la intimidad
Uno no puede caminar tranquilamente por su habitación, desnudo, o en ropa interior, sin antes percatarse si las cortinas están bien cerradas, o sino han construido un edificio nuevo desde donde, a veces si quererlo, alguien volteé y se encuentre con una escena que no quería ver.
Aunque, no podemos olvidarnos de los voyeuristas que en lo alto de los edificios se acuestan, panza abajo, a espiar las azoteas, los balcones, e introducir su mirada hasta la sala o recámara de las viviendas.
Sé de algunos individuos que binoculares, o cámara con zoom o telefoto en mano, acostumbran espiar a sus vecinos. Gente que satisface su morbo sola o acompañada.

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