lunes, 6 de julio de 2009

El voto blanco, un jalón de orejas… ¿y algo más?

Si la miopía política se impone, los partidos y candidatos que ganaron algunas gubernaturas, diputaciones, alcaldías y delegaciones, celebrarán, soberbios, sin voltear a ver a quienes votaron en blanco.

Aplaudirán el triunfo de Juanito y la fuerza de Andrés Manuel López Obrador; celebrarán las tres delegaciones panistas, y los priístas saborearán el regreso al poder.

¿Y si no voltean a ver al movimiento anulista? La inconformidad podría regresar de otra forma, tal vez más radical, o más organizada, en la próxima elección.

El porcentaje de voto nulo en estos comicios es la medición de la cantidad de electores inconformes, que creen en la democracia participativa, en el sufragio, pero no en los políticos a la mexicana, ni en cómo se han comportado los electores.

No es que no crean en los partidos o en los políticos. En lo que no están de acuerdo es en el papel que han jugado en México.

Quienes anularon el voto ahora saben cuánto pesan. Y con un poco de organización podrían hacer valer su peso rumbo a la contienda por la Presidencia de la República.

La anécdota
Cuando era estudiante universitario El Roy se me acercó, allá en un barrio del municipio de Chimalhuacán, en donde vivía, y me propuso: “vamos a hacer una organización de profesionistas, vamos a pedir la cartera de profesionistas en el PRI, ahí hay lana…”

15 años después, El Roy ganó la elección en su distrito y en la próxima legislatura será diputado federal por el PRI. Bienvenida la nueva mayoría.

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