domingo, 29 de marzo de 2009

¡Un pinocho de metal!




La primera vez que vi a Igor, su personalidad robó mi atención. Sobre avenida Bulgaria, casi esquina Miguel Laurent, llamaba a los automovilistas con sus brazo derecho, y tenía sus ojos fijos al frente.
“Tengo que escribir la historia de este muñeco”, pensé, pero siempre faltaba tiempo.
En diciembre pasado (2008), apunto de abrir un espacio en Publimetro llamado Historias de Concreto, decidí que la de Igor tenía que ser una de esas crónicas urbanas que se publican, todos los viernes, en lo que se ha convertido en el periódico gratuito más importante de la Ciudad de México.
Y fui tras la historia…
Conforme platicaba con Juan Hernández, su creador, la historia de un Pinocho de la vida real, comenzaba a tomar forma:
“Siempre quise hacer un muñeco igual a mi”, me comentó, y poco a poco, en una charla sobre la banqueta, frente a su lugar de trabajo, me contó cómo nació aquel muñeco metálico que, enfundado en un overol, agitaba una banderilla roja.
Esta es la página de la Historia de concreto.

Y si no se lee, el siguiente es el texto:


IGOR TIENE 17 años, y prácticamente desde que nació, su padre lo puso a trabajar en un taller para reparar escapes de autos.
Se trata de un muñeco de hojalata, con el brazo derecho movible y ojos iluminados,
que invita a los automivolistas a pasar al negocio.
“Siempre quise hacer un muñeco igual a mí, por eso le puse los pelos parados y un overol como losque yo usaba de niño”, dice Juan Hernández.
El adolescente de hojalata, aparece vestido conforme a la temporada: si es Navidad, luce un gorro
y ropa de Santa Claus, en las fiestas patrias, se le ve en la calle con sombrero de charro; y en noviembre, su rostro es cu bierto por la máscara de algún monstruo.
Corazón de fierro
Tiene la cara y los pies de tubo de escape, boca y dientes de plástico, ojos de
lámpara y un cepillo en la cabeza. El brazo derecho es un motor de limpiador
de parabrisas, con una varilla que sostiene un banderín en el que se lee:
“Mofles”.
“Yo uso el cabello, a la brush y por eso le puse su peinado así. Sólo que ahora me lo corté un poco más pelón”, comenta sonriente aquel hombre que ha trabajado durante 24 años en el local de mofles, ubicado en Avenida Bulgaria, casi esquina Miguel Laurent.
Aunque no come, ni pide descanso, Igor sí requiere energía eléctrica, y en algunas ocasiones se
ha enfermado.
Apenas tenía un año y Juan ya le realizó su primera intervención quirúrgica, básicamente para
darle más resistencia. Y hace dos años, también recibió otra reparación en el motor.
Igor tiene tres hermanos de hojalata, creados cuando un grupo de personas lo vieron y le solicitaron una réplica a Juan: uno trabaja como espantapájaros movible, uno más en una boutique, para modelar ropa, y otro en un restaurante.
“Aquéllos son más grandes”, aunque tienen menos edad”, desliza el creador de esta especie de fierrocho, o pinocho metálico.